Museo etnografico de Soba
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viernes, 18 de julio de 2014
jueves, 2 de mayo de 2013
El apellido Zorrilla en el Valle de Soba
Los Zorrilla y su entorno.
En casi todo el Real Valle de Soba campean los blasones, unos sobre arcos de soportal o entre sillares, otros en las esquinas de las torres, que predican su nobleza y coronan las arquerías o están campeantes en el alto de las portaladas. Esta es la realidad histórica que ya en la Baja Edad Media un cronista genial, Lope García de Salazar recoge en sus “Bienandanzas e Fortunas”. Lo repite Manuel Sainz de los Terreros en la obra “El muy noble y leal Valle de Soba”, y el gentil D. Manuel indica en la página 185 refiriéndose a los linajes de su querido Valle: “Zorrilla, que del nombre diminutivo de un astuto animal procede este apellido, manifiesto está, y también se sabe de todos los que llevan este apellido, que hay muchos en Montija, Carranza, Ruesga y Castilla la Vieja”.
Respecto a los Zorrilla de Soba, se dice que poblaron Santayana. Fundaron Santayana ayudados por los Fernández de Velasco para combatir a los Ezquerras de Rozas, que se oponían a los Condestables de Castilla(los Velasco). Guerras de banderías.
A estos Zorrillas debió de pertenecer D. Juan, que a mediados del siglo XVI se titulaba Señor de San Martín, y en cuyo pueblo fabricó una torre inmediata a la iglesia. Añade Sainz de los Terreros en los “Apellidos de armas más usuales”, que le rodea el mote o leyenda siguiente, muy similar a los Setién: “VELAR SE DEBE LA VIDA, DE TAL SUERTE QUE VIVA QUEDE EN LA MUERTE”.
También es de notar en el libro de Sainz de los Terreros, la otra leyenda que sirve para ilustrar esta etnia y la siguiente, que vemos en los Zorrilla de san Martín, y se aprecia en los tizones de los Lastra, en cuyo blasón vemos dos zorras atadas a un árbol con la siguiente divisa: “ESTAS ZORRAS QUE VEIS ATADAS A LAS ENCINAS, NO SON ZORRAS, SON ZORRILLAS”, de culto sentido sin duda, como añade Sainz de los Terreros, que afirma no atreverse a suponer que sea solo lo que realmente dice. También son importantes los Zorrilla del Barrio, Zorrilla de la Concha y otros Zorrilla sin alianza con otra denominación.
BIENANDANZAS E FORTUNAS.
Ya en los más remotos años vemos a través de la pluma de Sainz de los Terreros, multitud de Zorrillas o mejor Çorrillas con diéresis francesa. Estos son Juan Roys de Zorrilla, García Chapín de Zorrilla, Pedro Zorrilla de Cándano, o Sancho Roys de Zorrilla denominado “El Cano”, nombrado Merino de la tierra de Soba por D. Pedro Fernández de Velasco. En el libro XXV, en las célebres “Enemistades muertos y homicidios” se ve con claridad cómo murió Sancho Roys Zorrilla, y esta fue la sangre primera entre ellos vertida.
El apellido Zorrilla es oriundo y originario del Valle de Soba, y estuvo unido a otros linajes sobanos. Vemos apellidos compuestos, algunos ya citados como los Zorrilla de San Martín, Lastra, Concha, Gutiérrez, Cano, etc. En Soba se presentan ante los ojos de sus visitantes y oriundos multitud de escuderías que llevan el tizón de su nobleza, y éstas son, sin citar todas, las de Aja, en la que en una casona importante vemos un escudo timbrado. Esta casa fue de D. Pedro Vilella Zorrilla, “Marqués de la Mortara y Conde de Lences”, título este último que le fue dado a D. Pedro en 1.650. De esta etnia son además parientes la Duquesa de Ciudad Real, Marquesado de Mortara y Condes de Lences.
El escudo de la casa está compuesto por dos animales empinantes a un árbol arrancado y en el cantón superior izquierdo, un castillo, Armas de Zorrilla San Martín.
En el barrio de Terrero de Cañedo vemos otro que atañe a los Zorrilla. Se trata de un precioso escudo timbrado de yelmo, sobre cuya celada se ve un rostro que tiene combinación de ángeles con alas, grullas y pilastras, y lo más interesante de este timbre de nobleza es, además del árbol arrancado y las zorras empinantes a su tronco y la clásica torre del castillo de la familia, la bordura general cargada con la leyenda de la casa. Indica Carmen González Echegaray que en Cañedo se tiene constancia nada menos que de diez familias del linaje Zorrilla San Martín. La leyenda del escudo es “Velar se debe la vida, de tal suerte, que viva quede en la muerte”.
LA TORRE DE LOS ZORRILLA.
En La Gándara está la torre medieval de los Zorrilla(año1.535), en que se aprecian dos escudos situados a ambos lados de una ventana gótica y bajo una pequeña moldura con bolas, el gótico de cuyo ventanal tiene algo de inglés, dos escudetes a sus lados, que pregonan los tizones de su nobleza.
Las armas de los blasones son similares: el clásico árbol, las zorrillas empinantes y el castillo. Ya en el siglo XVII estaba arruinada, y lo prueban las declaraciones del célebre Catastro del Marqués de la Ensenada, indicando que por ser muy antigua, estaba arruinada, dándose la fecha de 1.752.
La capilla de La Magdalena, formaba parte de la torre, fue hecha en 1.598 por D. Juan Zorrilla de San Martín, Señor de estas Casas, la de La Gándara, y la Casa y solar de los San Martín, vecino de la villa de Espinosa de los Monteros. La torre gótica de La Gándara y las armas de los Zorrilla en Hazas de Soba en los barrios de La Vía y del Haya, la vemos junto al nombre de los Ortiz de la Torre. A su lado, el yelmo, acompañado con el tributo o tizón de la familia a que nos referimos, como en la casa de D. Juan Sainz de la Maza, en que un letrero campea con dos leyendas: Sainz de la Maza y Zorrilla.
En Barruelo de Ruesga, se aprecia también este apellido notable en la casona de D. Miguel Zorrilla de Ogarrio, y en un barrio también de este pueblo llamado La Cotera, refiriéndose a Ogarrio de Ruesga, se ve la torre de los Cornejo de Ogarrio, que entroncó con los de la banda Zorrilla por matrimonio en el año 1.725. En Riva igualmente tenemos una familia tal como la de Arredondo de la Riva, que casó con Dña. Mariana del Valle y Zorrilla, sobrina del obispo de Pamplona D. Pedro Fernández de Zorrilla.
OTROS ZORRILLAS Y SUS ESCUDERÍAS.
Este nobilísimo linaje, oriundo según todos los entendidos, del Valle de Soba, donde aún permenece erguida su noble torre en La Gándara, se unió a otras familias notables de la zona y varias de sus ramas pasaron a América, especialmente a México, Chile y Uruguay, de donde por la importancia de su apellido se elevó el ilustre poeta uruguayo Juan Zorrilla de San Martín. En el pueblo de San Martín vemos su torre, y a este apellido se debe la Casa de la Cultura de Ramales de la Victoria, que se encuentra frente al Ayuntamiento de la villa.
Son importantes de este apellido el último alcalde de La Habana (Cuba) antes de su independencia en 1.899; después D. Avelino Zorrilla de la Maza fue senador, y el obispo José Zorrilla de San Martín, Inquisidor de la Suprema en 1.749, que nació en el Valle de Ruesga aunque era oriundo de Soba.
La heráldica es bastante diversa, siendo la más importante la ya citada de un árbol arrancado y sobre sus quimas o tronco vemos las zorras empinantes, además de la torre o castillo y bordura de plata con leyenda en letras en sable (negro), que ya hemos mencionado anteriormente. Otros llevan escudo partido o cortado: Primero en campo de oro, una encina en sinople con dos lobos empinantes en sable; y segundo, en campo de azur, dos grullas de su color afrontadas, surmontadas por un castillo de su color.
Este linaje cántabro probó fortuna a su nobleza en las “Ordenes de Santiago” en los años 1.672, 1.678, 1.690, 1.703, 1.704 y 1.739. En la Orden de Carlos III se ordenaron Caballeros en el año 1.817, probando también hidalguía en la “Real Chancillería de Valladolid”. La Orden de Santiago, fundada en el año 1.160 durante el reinado de Fernando II por unos caballeros leoneses, se creó para defender en los caminos a los peregrinos que acudían a Santiago.
domingo, 28 de abril de 2013
Informe heráldico sobre la composición de un escudo de armas para el Ayuntamiento de Soba.
Armas del escudo del Ayuntamiento de Soba.
Descripción: En campo de plata, una vara de azur (azul) cargada con tres salmones rígidos, de plata, puestos en palo. A ambos lados de la vara, sendas torres en su color natural, aclaradas en azur. Timbrado con la Corona Real Española.
Las torres simbolizan a las construcciones defensivas y casas fuertes que se levantaron en la tierra de Soba durante la Edad Media. Este es el caso de la torre de Santelices(Quintana), que pertenecía a los Velasco y que, según un manuscrito del siglo XV, era “muy gentil torre con su barrera y cárcel del dicho valle”. Otro monumento de este tipo es la torre de Veguilla, situada en la capital del municipio y en la que, según consta en los documentos históricos, se impartía la Justicia y se celebraban Juntas Generales del Valle de Soba, que estaba formado por más de una veintena de lugares y que durante la época medieval y moderna se vinculó al señorío de los poderosos linajes de los Velasco, condes de Haro y condestables de Castilla.
La vara de azur cargada de salmones simboliza al río Asón, que nace en el collado del mismo nombre formando una espectacular cascada. Este salto de agua, de carácter intermitente, tiene su origen en una surgencia cárstica formada por las calizas del áptense. El Asón, es uno de los más importantes ríos salmoneros de Cantabria.
Santander, 15 de Mayo de 1993
Luis López-Dóriga Fragua
martes, 26 de junio de 2012
Doctor Avelino Gutierrez ilustre indiano originario de San Pedro de Soba
El doctor Avelino Gutiérrez (Un ilustre indiano en el Ateneo). Hace poco tiempo, al recolocar en su nueva sede - calle Gómez Oreña 5, esquina Pedrueca- las ciento y pico piezas que componen, entre esculturas, cuadros, muebles, etc, el patrimonio artístico del ateneo, nos encontramos con una, concretamente la escultura de Miguel Blay y Fábregas (Olot, 1866-Madrid, 1936) que al estar colocada sobre un plinto de mármol encastrado en una de las paredes del viejo ateneo, nos planteó ciertas dificultades para su traslado, pues no requiriendo renunciar a la lápida inscrita con datos y recuerdos históricos de recepción, nos parecía, sin embargo, desde un punto de vista puramente estético, demasiado severa, incluso algo sepulcral, como para ponerla a la entrada del nuevo salón de socios. Después de darle algunas vueltas al asunto, optamos por recuperar dicha lápida y ajustarla a su actual soporte de madera, pintándolo en un color de tono muy suave que, pensamos, armoniza con los demás colores del salón. Pero todo esto es lo de menos. Lo demás es que se trata de un busto escultórico de gran calidad hecho en mármol de Carrara con una técnica impecable y añadiré que con mucho cariño. Cuando Miguel Blay lo esculpió, en el año 1912, tenía Avelino Gutiérrez 48 años y gozaba ya de un prestigio y consideración que sin duda esas circunstancias influyeron en el autor de esta obra, para volcar en ella todas las posibilidades de su arte. Curiosamente muchos socios del Ateneo ni siquiera la recuerdan en su antiguo emplazamiento. Y entre los que la recuerdan, muy pocos saben quién fue el tal doctor Avelino Gutiérrez, ni cómo llegó a parar su efigie hasta nuestro Ateneo. Escribo este artículo con la intención de aclarar un poco todo esto. Los datos biográficos de don Avelino que aporto a continuación, así como los referentes al traslado y cesión al Ateneo de Santander de su retrato, los tomo de una conferencia pronunciada en el ateneo en el año 1977 por Ignacio Vázquez Maza, montañés de nacimiento, quien fuera amigo y colaborador de don Avelino en Buenos Aires durante muchos años y responsable y autor, en su día, de los acuerdos y trámites necesarios para la cesión y traslado hasta Santander de la figura de don Avelino. Hijo de Nicolás y Manuela, Avelino Gutiérrez nació el día 21 de julio de 1864 en San Pedro de Soba. Sus padres eran parientes del poeta argentino Baldomero Fernández Moreno, cuyo busto en bronce –donado por el Centro Montañés de Buenos Aires- puede verse en el paseo de Reina Victoria, a escasa distancia del de Gerardo Diego. Del poeta Fernández Moreno decía Gerardo diego en su última lección –pronunciada el 1-12-1966 al despedirse como profesor del Instituto “Beatriz Galindo” - : “ Habría que citar, aunque solamente por semejanza pero no por conocimiento recíproco, al gran poeta argentino Fernández Moreno que fue también niño montañés, hijo de padre montañés, también de la banda oriental, y que nos ha dejado en “Aldea Española” y en sus prosas autobiográficas recuerdos de la escuela, de los juegos infantiles, de las sensaciones y descubrimientos del alma asustada del niño, descritos con una maravillosa prosa, todavía más maravillosa que su verso, que recuerda a veces la de Manuel Llano. Con la diferencia de que Fernández Moreno nació en ambiente propicio; su padre era entonces un indiano rico y por consiguiente la vida de niño que tuvo fue distinta, aunque fuera muy auténticamente campesina, a la de Manuel Llano”. En las páginas del citado libro –“aldea Española”- puede leerse asimismo una descripción del padre de Avelino Gutiérrez –Nicolás Gutiérrez del Arroyo- del que dice: “ Labrador y pastor, siempre andaba a vueltas o con un injerto o con un becerro. Tenía algo de albéitar: parteaba a una vaca si venía el caso y extendiendo sus conocimientos alrededor, componía el hueso roto o concertaba las coyunturas disparatadas. Conocía al dedillo las hierbas para cocimientos y emplastos. Era buscado, pues, para todo esto, desde luego que por práctica y no por estudiada ciencia”. En otras palabras, el padre de Avelino era médico de nacimiento. Sin embargo y aprovechando la circunstancia de tener un hermano millonario en América, pretendió en su momento que su hijo continuara los negocios del tío. Pero no iban a suceder así las cosas, Avelino estudió el bachillerato con los Escolapios de Villacarriedo y cuando consiguió su título de bachiller, soñaba ya con ser médico-cirujano. Con 18 años desembarca en Buenos Aires y dejando a un lado la idea de trabajar junto a sus prósperos parientes, ingresa en la Facultad de Medicina de dicha capital. Terminada la carrera hace la tesis doctoral que resulta galardonada con medalla de oro, iniciando seguidamente el ejercicio de una profesión en la que iba a conseguir, a través de diferentes y destacados cargos hospitalarios, los mayores éxitos y distinciones. Hay una anécdota contada por nuestra paisana Consuelo Bergés, excelente traductora y escritora (Personalidad montañesa del año 1983) residente algún tiempo en Argentina, que ilustra de manera cabal lo que iba a ser en el futuro, en cuanto a generosidad y solidaridad se refiere, la personalidad magnánima de don Avelino. Se había abierto una suscripción pública con motivo de un desastre nacional, cuando el doctor Gutiérrez tenía ahorrados sus primeros 7.000 pesos. Pues bien, todos los entregó a favor de aquella benemérita suscripción. Ante semejante actitud, su mujer, se quejaba suavemente: “Pero Avelino, si es todo lo que tenemos”. “ No importa, mujer, ¡somos jóvenes! ”. En 1914 –año en que se inaugura también nuestro Ateneo- como homenaje a Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel desde 1906, funda la Institución Cultural Española, que inmediatamente establece una cátedra de Cultura Hispánica en la Universidad de Buenos Aires, con la condición de que el primer conferenciante debía hablar sobre Menéndez Pelayo y su obra. Tarea que realizó el gran discípulo de don Marcelino: Don Ramón Menéndez Pidal con una conferencia titulada “ La evolución del genio de Menéndez Pelayo ”. Desfilarían por aquella cátedra a lo largo de los años, personajes tales como: Ortega y Gasset, Agustín Pí y Suñer, Casares Gil, Julio Palacios, Jacinto Benavente, Eugenio D’ Ors, Rey Pastor (yerno de don Avelino), Gustavo Pittaluga, García Morente, Pérez de Ayala, Ramiro de Maeztu, Gregorio Marañón, Novoa Santos, Claudio Sánchez Albornoz, Américo castro, Luis Jiménez de Asúa, etc. Con motivo del 25º aniversario de la “Cultural Española”, en un discurso pronunciado por don José Ortega y Gasset, al referirse a su presidente Avelino Gutiérrez, le describe así: “ Un gran español que es a la vez, un gran argentino; un hombre de alma ejemplar, de moralidad acerada, insigne en su profesión quirúrgica, maestro de varias generaciones de médicos argentinos, honra y prez de ambas naciones, ese espléndido montañés de semblante venerable, atezado y triangular, que es don Avelino Gutiérrez”. Tuvo también buen olfato para los negocios, adquiriendo en el Sur argentino fincas de enorme extensión cuando aún eran desérticas e improductivas. Asimismo en Bariloche, donde se hizo construir uno de los primeros chalés en aquella zona, y en Mar del Plata. Su gran preocupación fue siempre la enseñanza. Con tal motivo dirigiéndose a los líderes de Argentina y España, durante una de sus alocuciones, manifestaba: “ No hay la menor duda que para una guerra, el dinero se saca de donde sea; pues bien, pidamos una parte infinitesimal, pero para la enseñanza. Para instrucción y fomento deberíase echar la casa por la ventana, y si fuera necesario, hipotecar el mañana”. La última fundación puesta en marcha por el doctor Avelino Gutiérrez, se llamó “ Asociación de Cultura y Protección al Inmigrante Español” junto con el “ Instituto Politécnico Hispano Argentino”, destinados a la enseñanza gratuita de carreras cortas. Tras 33 años de provechosa labor y casi acabada la inmigración a la Argentina, pues los españoles entonces emigraban hacia Europa, dejaron de tener sentido dichas instituciones. Ignacio Vázquez Maza, nuestro coterráneo anteriormente citado, último presidente de tan altruistas empresas, fue el encargado de liquidarlas. En su conferencia del año 1977, decía con emoción: “ Pero quedaba otro valor. Algo sagrado para nosotros en el Instituto Hispano Argentino. Y era el busto de mármol de Carrara, obra del escultor catalán Blay, donación que los hijos del extinto don Avelino hicieron a la entidad que fundara su padre. Acordamos los dos ex presidentes y liquidadores del Instituto, solicitar anuencia a los hijos que quedaron de don Avelino, para ceder el busto del gran científico y pedagogo, al Instituto de Cultura Hispánica y al Ateneo de Santander, propuesta que el Escribano Nicolás y doña Rita Gutiérrez aceptaron con singular agrado y enorme satisfacción al entender la trascendente glorificación que significaba avecinar a su padre junto a las gloriosas personalidades inmortalizadas en su propia tierra de nacimiento”. Así se pactó el regreso de don Avelino a su tierruca natal. Nuestra ciudad quiso honrarlo hace muchos años dando su nombre a una pequeña calle del barrio de Miranda muy animada últimamente. En el nuevo Ateneo veo a don Avelino contento junto a los artistas cántabros que le rodean y acompañan. Pero también nosotros podemos estar satisfechos con la compañía de “ ese espléndido montañés(Sobano) de semblante venerable, atezado y triangular” –palabras con que lo definiera Ortega y Gasset- que representa en sí mismo un buen ejemplo a imitar en el recién estrenado salón de socios del Ateneo de Santander.
sábado, 5 de mayo de 2012
domingo, 11 de marzo de 2012
Ensayo sobre protohistoria del Valle de Soba
Los orígenes son casi siempre tinieblas que se adivinan tras el mito y la leyenda. Proyectar algún rayo de luz en ese caos ignoto, por lo que a Soba se refiere, era la magna idea que me obsesionaba. Mas, pronto hube de ver cómo los monumentos, tanto bibliográficos como arqueológicos, eran escasos e inconexos, o yo inepto para su investigación. Así, mi misión se reduce a dar un breve esquema, que la erudición corregirá y completará, si tal problema tiene algún interés científico. Y he aquí las inducciones de un “diletante” (conocedor) en antropología…